Conoce las historias de estos niños que fueron criados por animales salvajes

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Un niño salvaje es una persona que ha vivido fuera de la sociedad y que no ha tenido contacto con un humano. Estos niños tuvieron una de las experiencias más dolorosas en sus vidas al ser encerrados, abandonados y rechazados. En la actualidad existen registros de niños que han sido criados presuntamente por animales.
Hay muchas historias fantásticas , quien no ha escuchado alguna vez la historia de Rómulo y Remo, quienes fueron amamantados por una loba Sin embargo, en ocasiones, la realidad trasciende la ficción; aunque puede que los finales no sean tan felices como los de las historias a las que estamos acostumbrados.
Aquí te compartimos algunos casos:
Víctor de Aveyron: el niño salvaje

Este niño fue encontrado el 18 de enero de 1800 por tres cazadores en los bosques de Caine, cerca de los Pirineos. Él estaba completamente desnudo, aparentaba unos 11 o 12 años recibió la atención necesaria, para luego ser internado en el hospital por varios meses, mostraba un comportamiento salvaje y esquivo, inquieto a la posibilidad de escapar. Un tiempo después, fue puesto al cuidado de Jean Marc Gaspard Itard, quien le confirió su nombre y estudió la posibilidad de rehabilitarlo como un miembro activo de la sociedad. Itard describía a Víctor como un niño desagradablemente sucio, afectado por movimientos espasmódicos, como convulsiones, que se balanceaba de forma incesante como los animales del zoológico. Mordía y arañaba a cualquiera que intentaba acercársele y que era incapaz de demostrar afecto por sus cuidadores. Aun así, los cuidados recibidos mejoraron su estado físico y su capacidad de socialización se demostró que este joven sería incapaz de convertirse en un miembro productivo de la sociedad. Por lo que fue dependiente de los cuidados conferidos, hasta el año de 1828, cuando Víctor de Aveyron murió a los 41 años.
Kamala y Amala: criadas por lobos

Estas dos niñas que fueron encontradas en Midnapore, en las selvas de la India, en una cueva llena de lobos. En ese momento, una de las niñas tenía 8 años y la otra 2 años, ellas trataban de huir a cuatro patas, tal como los lobos.
Fueron capturadas y las llevadas a un orfanato local, Amala y Kamala se mostraban sumamente agresivas con las personas. De hecho, se plantea que se alimentaban de carne cruda directamente del suelo y que se habían acostumbrado a la vida nocturna. Sin embargo, estudios posteriores sugieren que este par de niñas sufrían de trastornos mentales, desacreditando la historia.
John Ssebunya: el niño mono

Nació en la década de los 80, en Uganda, en 1991, este niño fue descubierto por Milly Sebbavio en las cercanías de un pueblo mientras buscaba comida, se encontraba en condiciones deplorables. Él convivía con una colonia de monos africanos, de la especie Chlorocebus sabaeus, los monos se encargaron de alimentarle y cuidarle.
El gobierno se hizo cargo de John y fue internado en un orfanato. Posteriormente, fue adoptado por el matrimonio que, le enseñó a caminar, a leer y a incorporar hábitos tales como dormir en una cama y comer en la mesa. Cuando empezó a hablar, John demostró tener grandes habilidades como cantante, por lo que se unió al coro del orfanato. Asimismo, se le enseñó a tocar guitarra, logrando destacar como músico.
Oxana Malaya: la niña-perro

Nació el 4 de noviembre de 1983 en Ucrania en el seno de una familia sumamente disfuncional. Una noche, cuando Oxana tenía tan solo 3 años de edad, sus padres, en estado de ebriedad, se olvidaron de ella y la abandonaron en la calle. En la intemperie, esta niña buscó refugio en un cobertizo abandonado donde solo habitaban perros de la calle. Dos años más tarde, un vecino descubrió su situación y avisó a las autoridades. Cuando la encontraron, Oxana había pasado demasiado tiempo con los perros, convirtiéndose en una más de la manada. Era incapaz de comunicarse con los seres humanos y se comportaba de forma salvaje. Actualmente, Oxana tiene 35 años y reside en una institución para discapacitados mentales, donde ayuda a cuidar a los animales de la granja de la clínica; habla parcialmente y aun se comporta de forma salvaje.
Marcos Rodríguez Pantoja: el niño criado por lobos

Marcos Rodríguez Pantoja nació en Córdoba, España, el 7 de junio de 1946. Tras la muerte de su madre, desapareció de su hogar y fue adoptado por una manada de lobos. Más adelante, en 1965 fue encontrado por las autoridades, luego de 11 años viviendo totalmente aislado de la sociedad al capturarlo, fue atado y amordazado para su traslado. En ese momento, Marcos aullaba y mordía tal como lo hacen los lobos. Por lo que fue internado en el Hospital de Convalecientes de la Fundación Vallejo, en Madrid, donde se le enseñó a hablar y a comportarse como un ser humano.
Logrado este objetivo, Marcos incluso prestó servicio militar y se dedicó a la hostelería. En la actualidad, recibe ayudas económicas por parte de una familia de holandeses y constantemente es invitado a diversos medios de comunicación para narrar su curiosa historia que vivió solo desde los siete hasta los diecinueve años en una zona apartada de Sierra Morena donde su único referente social fue una manada de lobos. Su historia ha sido llevada al cine por Gerardo Olivares en la película Entre Lobo, estrenada en 2010.
Prava: el Chico pájaro

Esto sucedió en Rusia en 1982. Encontraron a Prava cuando tenía 7 años viviendo con su madre, en un pequeño departamento de dos cuartos. Uno de ellos estaba repleto de jaulas con pájaros y excremento y era ahí donde la madre encerraba al pequeño y lo trataba como a una mascota más. Como su madre no le hablaba y la única comunicación que tenía era con las aves, se comportaba de manera muy extraña, agitando los brazos e imitando su sonido. Sigue en un centro psiquiátrico para readaptarse a la civilización.
Marina Chapman: la niña mono

Este caso sucedió en Colombia en 1959. La pequeña fue secuestrada a los cinco años, pero sus captores la abandonaron en la jungla, por lo que vivió junto a una familia de monos capuchinos, de los que aprendió a trepar árboles y a comer frutas para sobrevivir. Años después olvidó todo el lenguaje que conocía y se comportaba como un simio, unos cazadores la descubrieron y la rescataron. Sin embargo, aprovechándose de su vulnerabilidad, la vendieron a un burdel, hasta que un hombre la llevó a Bogotá para salvarla de su esclavitud sexual. Ahí conoció a una familia que la adoptó y le ayudó a adaptarse de nuevo a la civilización. Ahora está casada y tiene hijas, una de las cuales le ayudó a escribir su libro autobiográfico «The Girl with No Name».