Conoce el caso de esta perrita que escondía su cabeza por miedo a las personas

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Esta perrita no confiaba en los humanos, pero gracias a la labor y dedicación hicieron en este refugio, hicieron que de nuevo vuelva a sonreír.

El caso de esta pequeña perrita conmociono a toda una comunidad. El caso se presentó en diciembre del 2019, en una zona rural de Texas.
La perrita fue quitada de sus dueños, por maltrato animal y llevada a un refugio local. La indefensa perrita presentaba un daño profundo y traumas difíciles de tratar, por lo que a su dueño le esperaba cargos criminales debido a estos sucesos.
En el reporte entregado por las autoridades quienes la rescataron del horrible sufrimiento, se mencionaba que la pequeña era castigada a diario con una correa de cuero y, frecuentemente, era atada de sus patitas a un árbol, todo esto propiciado por su dueño.
Pero, cuando fue confiscada y llevada a la perrera, otro suceso también la marcó y la lleno de mucho temor: pasó 30 días encerrada sin mucho contacto humano y empezó a aislarse del mundo exterior mirando hacia las paredes de concreto y pasando desapercibida.

El caso fue publicado en redes sociales, y uno de los miembros del equipo de Dallas Dog Rescue, se sintió conmovido y triste por el destino de la pequeña.
EMPEZANDO LA RECUPERACIÓN
Dog Rescue, se puso de inmediato en contacto con el lugar, para empezar a trabajar en su caso.
Cuando llegaron, que fue los primeros días de enero de 2020, los miembros del equipo de Dallas Dog, lo que encontraron fue mucho peor de lo que esperaban ver.
La perrita, no se movía de la esquina, no miraba y, tan pronto sentía un toque humano, se orinaba y temblaba del miedo que le causaba, pensaba que todos le harían el mismo daño que su anterior dueño.
De inmediato, el equipo la nombró como Gia y la trasladó a sus instalaciones donde empezaron un proceso complicado que sabían les tomaría meses completar pero que valdría totalmente la pena.
VOLVIENDO A SONREÍR
Tan pronto como llegó a Dallas Dog Rescue, los veterinarios la examinaron y Gia se encontraba bien de salud y la única intervención realizada en su cuerpo fue una esterilización.

Luego el siguiente paso fue su traslado a un hogar de paso que le abriría las puertas a una nueva familia y al amor que siempre debió recibir.
En ese momento, los elegidos fueron Lorraine y su esposo, dos voluntarios de la organización dedicados y comprometidos con el cuidado de los peluditos a su cargo.
Sin saberlo, Gia llegó al lugar que le cambió la vida por completo. Lorraine fue la encargada de, poco a poco, hacerle saber que no le harían daño nunca más.

Además, la compañía de los otros perritos, sus hermanos adoptivos, fue muy beneficiosa para que Gia empiece a ganar confianza.
Su nueva familia manifestaba que Gia seguía teniendo episodios de mucho temor hacia los humanos, sin embargo, cada vez eran menos y era más el tiempo que disfrutaba corriendo, saltando y sonriendo.

¡UN FINAL FELIZ!
Mientras la pequeña pasaba todo su tiempo con su familia de acogida, su proceso de adopción seguía abierto y, para mayo, una mujer llamada Susan se interesó en hacerla parte de su familia.
Debido al caso particular de Gia y el proceso judicial en contra de su antiguo dueño, Susan tuvo que pasar por varias visitas para averiguar si la perrita se adaptaría a su hogar.
Además, debía comprobar que estaría en un lugar seguro. Los primeros encuentros no fueron lo que se esperaba: la peludita volvió a tener miedo debido a la introducción de otra persona a su vida.

Sin embargo, en la tercera ocasión, ya mostraba acercamientos pequeños a ella y, además el otro perrito de la mujer le agradaba.
Para julio, la adopción se hizo formal. El día 16 de ese mes, Lorraine y Gia se vieron por última vez.

La mujer agradeció recopilando su historia en las redes del refugio, agradeciendo el proceso que habían podido vivir juntas. Actualmente, Gia sigue en el proceso de adaptación a su nuevo hogar, tratando de olvidar los malos ratos que tuvo que pasar tiempo atrás.